¡Benvenuti alla Toscana!

| Etiquetas: , , | Posted On 18 de mayo de 2010

Ésta es una de las entradas guardadas en el baúl, que debería haber visto la luz antes, pero las preocupaciones de los nuevos Erasmus colapsan la red en busca de “soluciones” y consejos a todas las dudas y por ello nos hemos visto obligados a echarles un capote.

En otro de los días que destinamos en el calendario a visitar una nueva ciudad italiana, de pronto organizamos una excursión que nos llevó a la Toscana, la región más bonita de Italia. En concreto, a dos localidades: Lucca y Pisa.


La primera presume de atesorar el encanto de un pueblecito toscano rodeado de una muralla perfectamente conservada, con atractivos turísticos, precios razonables y rincones para perderse en un itinerario entre lo religioso, lo cultural y lo histórico. La segunda alardea de silueta propia, una de las más famosas de Italia, rival del Coliseo. La figura de la Torre inclinada dominando la Piazza dei Miracoli y el río Arno serpenteando el centro de la ciudad son su seña de identidad.

¡Bienvenidos a Lucca y a Pisa!

Mireia, Frantisek, Maja y Salva y yo salimos de Bolonia a eso de las 6:30 de la mañana con un sol propio de los días de verano y pusimos rumbo a Lucca, con escala en Prato (pueblecito toscano), por tan sólo 9,45 euros y una carrera agotadora hasta el otro extremo de la estación 1 minuto antes de que partiera el tren. Pero después del trote del inicio del viaje, el resto fue más reposado.

Lucca es una ciudad de más de 85.000 habitantes, que en su día fue República, Ducado, y Principado, y un tesoro anhelado por las dinastías pisanas y florentinas que se disputaron y ocuparon en más de una ocasión sus territorios. Ciudad natal del compositor de ópera Giacomo Puccini y de Santa Gemma Galgani, Lucca ofrece al turista la tranquilidad de una villa antigua que ha sabido resguardar tras sus murallas su casco antiguo de la revolución arquitetónico-cultural que han pasado factura a otras ciudades italianas como es el caso de Pisa.

En Lucca, los paseos por la ciudad son obligados. Bien a pie o bien a bicicleta, cuyo alquiler cuesta sólo un euro y sirve para todo el día. Nosotros optamos por entrenar los gemelos y recorrimos su casco histórico empapándonos de todo lo que nos ofrecía la ciudad. Museos, iglesias, la subida a las dos de las diversas torres que coronan los tejados escarlata de la ciudad, un bocado al buccellato, dulce típico luqués, y paseo por las zonas ajardinadas que envuelven las murallas de camino a Pisa.


Para ver:

  • Piazza San Michele
  • Piazza Napoleone
  • Catedral de San Martín
  • Palacio Ducal.
  • Piazza del Anfiteatro
  • Basílica de San Frediano
  • Torre delle ore ("Torre del Reloj")*
  • Torre Guinigi*

    *La subida a estas dos torres juntas cuesta 4 euros y merece la pena por las estupendas panorámicas que ofrecen.

    Después de recorrer todo el patrimonio cultural, llenar el buche con algo de comida rápida y saborear de postre el
    buccellato luqués, dimos la vuelta rápida a lo que nos quedaba por ver en Lucca y corrimos hacia la estación para coger el tren que nos llevaría a Pisa (a tan sólo 20 minutos de distancia por 2,40 euros).

    Una vez en Pisa, a eso de las 16:00 de la tarde y con unas nubes que amenazaban lluvia, echamos una ojeada al mapa de la guía turística para llegar hasta la Piazza dei Miracoli, donde se alzan imponentes la Torre inclinada de Pisa, la catedral, el camposanto y el baptisterio.

  • ¿Cómo empezar a describir la ciudad?
    Sin duda, llegar a
    Pisa después de haber estado en Florencia, Siena o Lucca (por pequeña que sea ésta última) será la experiencia más deprimente que uno experimente en su vida. Ni por asomo puede competir con las calles de Florencia o Siena, pero es que ni de lejos hace sombra a Lucca.
    La corriente arquitectónica predominante de la ciudad deja bastante que desear, ya sea porque recuerda a un caduco estilo de los años 70-80, que poco atractivo posee, o por el aspecto grisáceo y opaco de los edificios. Del resto de inmuebles señoriales sólo quedan las fachadas desconchadas y los balcones oxidados que respiran a orillas de un Arno poblado de puentes sin la más mínima parte de encanto del que poseen aquéllos que enlazan las orillas florentinas.
    En resumidas cuentas, a excepción de los museos, Pisa sólo posee el complejo de ‘los milagros’, que aparece a la mirada del turista como un enjambre de puestos de souvenirs que rivalizan por ver quién vende las recreaciones de cerámica de la Torre inclinada al mejor precio. Una vez llegados a la Piazza dei Miracoli, obligada es la fotografía emulando sostener/empujar la torre. Allí podéis abriros paso entre los cientos de turistas que buscan un hueco ‘sin gente’ para sacarse la fotografía, y recrearos todo lo que queráis admirando la belleza que desprende la plaza. Eso sí, siempre desde fuera porque para visitar cualquier construcción hay que pagar y los precios no están al alcance de muchos bolsillos. Y llegados a este punto, el mejor sinónimo de Pisa es: estafa.

    Las tarifas rondan los:

    • 15 euros (sin paliativos) para subir a la Torre. Obligatorio hacer reserva el mismo día o con antelación. No merece la pena desembolsar tal cantidad, las vistas no merecen la pena.
    • 5 euros entrar al Baptisterio
    • 5 euros visitar el Camposanto
    • 2 euros entrar al Duomo (Se puede entrar gratis a la zona de plegarias y admirar los grabados y el estilo de la catedral, pero aconsejo pagar la entrada, ya que es lo único que “desahoga” nuestro bolsillo y merece la pena el deleite que proporciona su interior).

    Otras cosas para ver:

    • Piazza dei Cavalieri
    • Santa Maria della Spina




    Y tras un frenético día por las dos ciudades de la Toscana occidental, terminamos nuestro
    ‘giro toscano’ a las 00:10 de la noche, cuando volvimos a nuestra Bologna, enclavada en el interior de las llanuras emilianas bajo una noche despejada y tranquila.

    ¡Saludos!

    Rubén

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