Todos los caminos (I)

| Etiquetas: , , | Posted On 17 de marzo de 2010

El refrán sólo dice que llegan, pero no dice si a tiempo o no. Estábamos ya en la estación, con las maletas preparadas cuando escuchamos por megafonía: “il treno regionale 855 procedente di Milano e con destinazione Roma ha un ritardo di 180 minuti”. A esperar 3h. Menos mal que vivimos al lado de la estación y pudimos ir a descansar a casa. Y es que eran las 00.45h, porque decidimos coger un tren que no dormía para que nos saliese más barato.

[Billete de IDA de BOLOGNA CENTRALE (00.44h) a ROMA TIBURTINA (04.52h): 23,70€]

Al final nos montamos en el tren y echamos alguna cabezadita en nuestro compartimento, hasta que nos dimos cuenta que ya había amanecido y llevábamos parados más de diez minutos. Menos mal que pregunté al revisor, porque habíamos llegado ya a Roma y nosotros sin enterarnos.

Después de estos traspiés de llegada teníamos tan sólo cuatro días para disfrutar de la ciudad eterna. No me gustaría hacer de esta entrada un diario detallado de todos nuestros movimientos por Roma, así que iré relatando nuestra escapada con algunos consejos por si queréis ir a visitar la capital italiana.


Lo mejor de llegar pronto es que no hay colas. Después de ir al hotel a dejar las maletas nos fuimos hasta la Santa Sede para ser de los primeros en los Museos Vaticanos. Eso sí, por el camino nos paramos a desayunar un buen cappuccino y un “brioche” (croissant). Siempre que hemos estudiado la Piazza di San Pietro del Vaticano nos han explicado que la columnata de Bernini fue diseñada como unos grandes brazos que te acogen cuando entras a la ciudad. Y es verdad. Es la sensación que da cuando pasas la frontera imaginaria entre los dos países.

A las 8h de la mañana los turistas todavía estaban despertándose y la plaza estaba vacía. Al igual que la Basílica, donde nos quedamos embobados ante la Pietà de Miguel Ángel… y aprovechamos para hacerle fotos desde todos los ángulos. Así como del Baldaquino y la cúpula. Todo un lujo poder pasearte sin grandes aglomeraciones por uno de los templos más importantes del mundo.
[Basílica de San Pedro: Gratuita]

En los Museos Vaticanos tampoco tuvimos que hacer cola y pudimos perdernos tranquilamente entre sus cientos de salas y miles de obras de arte. El Laoconte, La Escuela de Atenas, Augusto de Prima Porta… era como una clase de Historia del Arte resumida en tres tranquilas horas. Y para acabar por todo lo alto (y nunca mejor dicho) el museo te lleva hasta la Capilla Sixtina. Ahí estaba, sobre nuestras cabezas: la obra pictórica por excelencia del cristianismo. El dedo de Dios creando a Adán. ¡Qué gran genio Miguel Ángel! Y aunque un par de guardias vigilaban para que no se hicieran fotos, nosotros nos llevamos un recuerdo de la sala donde se celebra el cónclave.

[Museos Vaticanos: 15€. Con carnet de estudiante: 8€]

Todavía extasiados nos fuimos al hotel a descansar. Y es que por mucho que estuviéramos en la ciudad eterna, nuestras fuerzas tienen un límite. Para elegir el hotel lo mejor es fiarse del ‘boca-oído’ y las experiencias de los demás. En este sentido HostelWorld ofrece un apartado donde la gente deja sus comentarios (no os fiéis de los usuarios que valoran con 100%, porque son los propios dueños). En Roma la zona más barata es el barrio al este de Termini. Allí suelen funcionar los edificios donde cada planta pertenece a un hostal. El nuestro no era de cinco estrellas, pero tampoco nos podíamos quejar.

Lo malo de ir Roma en Marzo (o en general en temporada baja) es que oscurece muy pronto. Y encima los museos cierran a las 19h. Por lo que cada tarde la dedicamos a recorrer sus emblemáticas calles. Desde la escalinata de Piazza Spagna (sin flores en invierno), hasta la Piazza Navona (con la fuente de Bernini en obras). ¡Ché! Cada vez que vamos a un sitio lo están restaurando. ¡Vamos a crear el grupo en Facebook: “yo también odio recorrer cientos de km para ver andamios”!

Al día siguiente cogimos el metro [importante hacerse la tarjeta BonoTurista: 11€ por 3días de viajes ilimitados] y nos plantamos en la Galería Borghese. Allí tampoco se podían sacar fotos, pero en un momento de confusión en el que varia gente sacó su cámara, nosotros nos inmortalizamos con Apolo y Dafne. Bernini: ¡otro genio de su época!

[Galleria Borghese: 8€. Con carnet de estudiante europeo: 5,25€]

Hablando de Bernini y Miguel Ángel, quien vaya a Roma tras leerse/ver “Ángeles y Demonios” se puede llevar una desilusión. No todos los escenarios son verídicos; y los que lo son, no se ajustan con las descripciones de Dan Brown. ¡Es mucho más impresionante en realidad! Uno de los monumentos que más nos impresionaron fue el “Phanteon de Agripa”. Nosotros apuramos el horario de apertura y fuimos media hora antes de que cerrasen sus puertas. No sé si porque en esos días había muchos españoles en Roma o porque los españoles siempre lo dejamos todo para último momento, pero la verdad es que dentro del templo sólo se escuchaba castellano.

[Pantheon di Agripa: Gratuito]



Aprovechando que estábamos en el casco histórico y llevábamos alguna moneda en el bolsillo nos fuimos a la Fontana di Trevi y cumplimos con la tradición para asegurarnos que volveremos algún día. Otra de las cosas que uno no puede perderse en Roma es asomarse por la cerradura de la “Porta dei Cavalieri di Malta. Se trata de la puerta a los jardines de esta orden de caballeros, que se encuentra sobre una colina cerca del Circo Máximo y a través de la cual se ve una vista impresionante de… hay que subir la cuesta que llega hasta la plaza para descubrirlo.

Después de subir y bajar, no sólo la colina de los Cavalieri di Malta, sino las otras seis que componen la ciudad, uno puede acabar agotado, así que por hoy lo dejamos y ya os seguiremos contando otro día lo que dio de sí el resto del viaje.


Un abrazo, SPQR. Salva.


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