Un viaje que se lleva el cuerpo

| Etiquetas: | Posted On 10 de marzo de 2010

Antes que nada, perdón por estos días de ausencia. La culpable ha sido: ROMA.

Ya os lo explicaremos más adelante. Ahora, recapitulemos… Hace ya un par de semanas que llegó una nueva visita a Bolonia. Desde Beniel y con ganas de llevarse un mejor recuerdo de Italia del que se llevó de Milán, llegó Pedro. Un compañero de clase, que debería estar de Erasmus en la ‘capital del norte italiano’, pero que el destino quiso que volviese a sus cálidas tierras pobladas de limoneros para pensarse mejor lo de hacer un Erasmus en Milán. Y es que como Bolonia ninguna ciudad es digna de acoger tanta cultura Erasmus. Así que el benielense, después de su visita a la ciudad de la mortadela, no se lo pensó dos veces y si la suerte le acompaña, el año que viene será él quien represente a los periodistas de la UMH en Bolonia.

Llegó de noche, reventado y hambriento del largo viaje en tren desde el norte, pues venía de Milán. Así que no le hicimos esperar mucho para probar uno de los platos de nuestra cocina particular. Y después de un rato de charreta… a la cama para recargar las pilas. Al día siguiente, comenzó el ‘tour’ boloñés, pero antes tuvimos que hacer la compra y vivir en nuestras propias carnes un infortunio debido a un despiste: Llaves puestas en la cerradura + Cerrajero + 50€ factura. (No digo más).

En cuanto a la ruta… Calles boloñesas repletas de arcos, basílica de San Petronio, casco antiguo, zona universitaria, a veces sol a veces lluvia, y parada obligada en Pizz’Altero una pizzería en la que sirven porciones a 0,70 - 1,20 y 1,50, para llevar o para tomar allí mismo, que es la envidia de los demás establecimientos de ‘pizza al taglio’ o ‘pizza d’asporto’ (al corte o para llevar). Es la mejor de toda Bolonia, la recomendamos. (Sedes: Via Indipendenza y Via Ugo Bassi).

Alguna vez lo hemos mencionado, pero todavía no hemos desvelado el porqué. Entradas más adelante lo haremos. Sólo hay que señalar, que Bolonia esconde siete secretos repartidos por toda la ciudad, los cuales todo turista ha de descubrir. A Pedro le dimos las pistas, porque no se puede (o no se debe) desvelar su ubicación, y él solito los encontró uno a uno y los inmortalizó para llevárselos de recuerdo a su tierra murciana.
Por lo demás… partidas interminables a la “batalla corsica”, un juego que nos enseñó una amiga francesa en una de las cenas que hicimos toda Europa reunida con Pedro, muchas risas y nuestras manos derechas enrojecidas de pegarle a la mesa jugando a las cartas.

Y como colofón final y habitual en todas las visitas que llegan a Amendola 17, la subida del móvil en lo alto del balcón. Pedro no iba a ser menos y consiguió hacer hueco en la barra de donde cuelgan los “espanta-palomas”, que todo hay que decirlo está abarrotada. Su cara de felicidad y triunfo lo dicen todo. Y si no me creéis allá van las fotos. En resumidas cuentas y en palabras del propio invitado, esto ha sido... un viaje que se lleva el cuerpo.

Esto es todo por lo que respecta a la visita de Pedro, pero vendrán más visitas y más cosas que contar.



Continuará…

Un saludo.

Rubén

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