Centroeuropeando

| Etiquetas: , , | Posted On 4 de julio de 2010

¡Saludos!

Hoy me toca a mí coger el relevo en este blog. Después de tres semanas de intenso ajetreo por los exámenes que quedaban por finiquitar para terminar el curso y por el jet lag/síndrome post-Erasmus que nos produjo nuestra despedida de Bolonia, aquí seguimos para ir desgranando las cosas que nos dejamos en el tintero Erasmus. Y… ¡cómo no! Lo hacemos con un viaje. Esta vez… ¡Centroeuropa!

Nuestro “giro” por las tierras del Danubio, ése que fue cancelado por la nube volcánica pero que después encontró una suculenta oferta, cortesía de Ryanair, dio para mucho y ahora toca contarlo para que vayan tomando nota los futuros Erasmus o los futuros viajeros. Y es que, que la combinación áerea (siempre con Ryanair) Bologna-Bratislava, es un puente directo para los Erasmus boloñeses hacia Centroeuropa.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid... Con la tontería de que Bratislava tiene el aeropuerto, Viena está a una hora en autobús por 10 euros de la capital eslovaca, Budapest también está “ahí al lado” conectada perfectamente con autobuses y trenes, y que Praga era visita obligada porque íbamos con nuestro pragués más famoso (Frantisek),Negrita pues estaba decidido… ¡un macrotour por 4 países en 6 días! ¿Quién ha dicho imposible?

Con casi 1000 fotos en la cámara (¡y son pocas!) y miles de kilómetros recorridos en autobuses y trenes, recorrimos Centroeuropa a ritmo de vals, danzas húngaras y el mejor euro-dance (gracias a las radios eslovaca y húngara). A modo resumen se puede decir que…

Día 1 Bolonia – Bratislava – Budapest
La capital de Eslovaquia es una ciudad muy pequeña visitable en un sólo día. Sin necesidad de entrar a museos ni palacios, lo mejor de Bratislava está en sus calles.
Lo bueno: barata, muy barata. Tranquila. Tiene euros. Puedes ver como el Danubio se derrama a lo ancho partiendo la ciudad en dos y ver lo inmenso que es.
Lo malo: es una ciudad muy poco turística. Apenas se habla inglés y los eslovacos se muestran poco dispuestos a ayudar al turista. (Menús en eslovaco, horarios de transportes en eslovaco, malas señalizaciones de estaciones de tren, autobús…).

Y tras pasear todo el día por Bratislava, a las siete de la tarde cogimos un bus directo hacia ‘la perla del Danubio’.

Día 2 Budapest – Viena
Llegamos a Budapest de noche (sobre las 23:40) cuando el metro estaba a punto de cerrar, sin dinero húngaro (forints - UHF) para comprar los billetes y sin ninguna idea de cómo llegar al albergue. Pero gracias a dos chicas aquencianas (gentilicio de Budapest) que nos regalaron sus billetes de metro y nos indicaron el camino, llegamos hasta el albergue. Por cierto, un albergue muy bueno (9 euros/noche con desayuno incluido, buenas condiciones y personal amable).
Lo mejor: la ciudad en sí -es increíble-, la hospitalidad y amabilidad de la gente con los turistas, la deliciosa comida húngara.
Lo peor: el idioma, aunque aquí sí hablan inglés y ayudan a los extranjeros. En un día es imposible visitar toda la ciudad. ¡Queda pendiente!

Tras exprimir Hungría al máximo, cogimos un tren (32 euros – un pelín caro pero muy cómodo) hacia la capital de Austria, Viena, donde aprovechamos la noche para pasear y recorrer la ciudad.

Día 3 Viena – Praga
En Viena pusimos en práctica el itinerario marcado en la guía turística, que nos llevó por los lugares más emblemáticos de la capital. Nos quedamos con las ganas de probar una salchicha vienesa pero saciamos el apetito con un pastel típico de la ciudad: el sacher.

Lo bueno: el encanto de la ciudad y sus edificios neoclásicos.
Lo malo: es una ciudad cara, tanto para comer como para visitar, y está repleta de turistas.

Días 4 y 5 Praga
Simplemente, la joya de Centroeuropa. Allí, gracias a nuestro anfitrión, recorrimos los lugares turísticos y los secretos praguenses que escapan al afán curioso de los turistas. Castillo de Praga, Catedral de San Vito, Puente San Carlo, Museo Mucha, barrío judío (con sinagogas y un cementerio), Universidad de Praga... ¡Vamos, que nos quedó poco por ver!
Lo mejor: sus edificios medievales y su historia, y la comida checa. Además, de aprender una palabra nueva "defenestración".
Lo peor: el frío. Si viajas a Praga échate ropa de abrigo porque “refresca”, y mucho turismo, que está acabando con los habitantes de la ciudad en el casco antiguo.


Día 6 Praga – Bratislava – Bolonia

Vuelta a casa y a descansar. Despiertos desde las cinco y media de la mañana, hora en la que Praga ya es de día, y tras pillar un autobús que nos llevó a Bratislava, cogimos muy por los pelos el avión de retorno a Bolonia.

[En breve] Un vídeo con algunas de las fotografías para que os hagáis una idea de lo que fue Centroeuropa. Si bien con un homenaje a la República Checa…

¡Saludos!

Rubén

en 50m2

| Etiquetas: | Posted On 3 de julio de 2010

Hace ya más de dos semanas que no nos asomamos por estas tierras pero comprendernos, volver a ver todas estas imágenes nos produce una sensación de melancolía extraña. Además no sabíamos como clausurar esta bitácora después de nueve meses de convivencia italiana, así que hemos decidido ir dejándolo “piano piano”. Como una terapia iremos paulatinamente cerrando temas y plasmando nuestras últimas impresiones…

Hablando de últimas impresiones, me gustaría compartir cómo fueron las últimas horas en la ciudad de la mortadela. Prometo no ser muy emotivo, porque bastantes lágrimas hicimos y nos hicieron derramar. Y es que pese a ser días de despedida, nos rencontramos con muchos compañeros y juntos recordamos los mejores momentos de nuestra estancia.

Pero antes de la fiesta de despedida tuvimos que lidiar con toda la burocracia administrativa. Menos mal que el jaleo de papeles en la Universidad de “partenza” es mucho más simple que el de llegada. Una firmita por aquí y un sello por allá, y libres. Oficialmente habíamos acabado con nuestra Erasmus. Lo más curioso es que justo en la ventanilla continua estaba nuestro amigo Mirko, preparando todo el papeleo para venirse de Erasmus a España. Así es la vida: unos que vienen otros que se van…

Lo más complicado fue deshacernos de algunas cosas como la bici o la “chiaveta” de Internet. La primera por el valor sentimental que tenía y la segunda porque casi nadie la quería comprar. Al final las bicicletas han encontrado dueño y todavía hoy seguirán rodando por las calles de Bolonia. Lo que espero que no siga aún por aquellas tierras son los alimentos que nos sobraron. Y es que hicimos una caja con las sobras de nuestra despensa y se lo regalamos a las vecinas de arriba. Esas mismas que en cada fiesta molestábamos para pedirles el “aprebotiglie”. A priori puede parecer un regalo de pésimo gusto, incluso un “anti-chollo” como los del “Un, dos, tres”, pero cuando eres estudiante, una botella de aceite regalada, se acepta sin regañadientes (y más si el de oliva “extra vergine”).

De esa forma, poco a poco nuestra casa fue retomando el aspecto del primer día. Y no por la limpieza, sino por el vacío. El blanco de las paredes parecía más blanco con las estanterías vacías y los armarios huecos. Todo listo y empaquetado en tres pesantes maletas donde los recuerdos se agolpaban entre los jerséis y los vaqueros. Y todo sin pasarse de su peso justo… porque volar con Ryanair significa hacer “le valigie” con el peso (que nos dejaron la vecinas de arriba; con lo que se ganaron, más todavía, la botella de aceite y los cartones de leche).

Y cayó la noche en Bolonia. Nuestra última noche. -“Non è pioggia, è il celo chi piange per la vostra partenza” (no es lluvia, es el cielo quien llora por vuestra despedida) nos dijo el checo nada más llegar a casa empapado. Después de él llegaron el resto de amigos Erasmus. Franceses, belgas, italianos y hasta una serbia… las de canarias, valencianas y de Valladolid… todos en menos de treinta metros cuadrados y bajo la bandera italiana que colgamos en la pared.

A ritmo de “i migliori anni della nostra vita” fueron firmando uno a uno la bandera, que a día de hoy ondea en mi cuarto ilicitano. Es imposible condensar en poco más de 50 cm2 tantos mensajes cargados de emotividad; y como una imagen vale más que mil palabras, programamos la cámara y nos hicimos esta última foto de grupo:

El resto de la “serata” se resume en varias pizzas, Santo Stefano y un baile en los “Giardini” frustrado por el mal tiempo. Pero eso no fue motivo para que no cantáramos bajo la lluvia y nos prometiéramos ante la mirada de Asinelli y Garisenda, volver a reunirnos dentro de un par de años en ese mimo lugar, para subir todos juntos a la torre.

Sin duda una noche que sirvió para recordar y que será recordada…

Un abrazo, Salva.