Me duele la tripa

| Etiquetas: , , , | Posted On 31 de mayo de 2010

¿Qué hacer cuando uno está enfermo de Erasmus en Bolonia?

Lo más lógico es acudir al "dottore" (médico). Hasta aquí, sencillo. Pero ¿cómo encontrar médico en Bolonia?, ¿dónde está el ambulatorio más cercano?, ¿qué documentos necesito para recibir atención médica?, ¿es gratis o previo pago?... La solución, más abajo.

Muchos Erasmus llegamos en septiembre con un cargamento de medicamentos cortesía de nuestras madres. Pero llega un momento en el que nuestro cuerpo no sólo vive de paracetamol, ibuprofeno o acetilcisteína, y cuando el frío invernal se instala en Bolonia, muchos cogemos el "raffredore" (resfriado) y los antibióticos quedan fuera de nuestro alcance sin preincripción médica. Por ello, ahí van un par de consejos para quiénes en un futuro tengáis que ir al médico en Bolonia.

En Italia el sistema sanitario es muy similar al español aunque los trámites para recibir tratamiento médico sin ser residente italiano son un caos burocrático. Y más cuando Berlusconi no pierde el tiempo en lanzar nuevas leyes para evitar que los inmigrantes que permanezcan más de tres meses en Italia (Erasmus incluidos) se beneficien del sistema sanitario italiano -documento E-106-.

¿Qué es necesario para recibir atención médica en Bolonia?
- Tarjeta Sanitaria Europea
- Badge de la Universidad (Tarjeta universitaria que dan a los Erasmus al inicio del curso en una reunión informativa)
- En algunos casos, fotocopia del carné de identidad

¿Qué es el documento E-106?
Es un trámite por el que hemos de pasar los Erasmus que vivimos en Italia durante más de tres meses, que acredita que nuestra situación no es irregular y que disponemos de los medios económicos suficientes para vivir durante nuestra estancia aquí.
[Para los futuros Erasmus: antes de que pasen los tres meses debéis acercaros al Ufficio Anagrafe (hay uno por cada barrio: Borgo Panigale, Reno, Navile, Porto, San Vitale, Saragozza, Santo Stefano, San Donato y Savena) y rellenar unos formularios que certifican que "presuntamente" tenéis más de 3.000 euros en vuestro banco y con ellos podéis costearos una estancia "digna" en este país].
Todo burocracia. Publico un link de la Universidad de Las Palmas dónde aparece mejor detallado.

¿Cómo llegar y que hacer en el ambulatorio?
1. Hay varios centros médicos en la ciudad. Nosotros "hemos hecho uso" del ambulatorio de via Montebello, nº6. Pero acudid al que esté más cerca de vuestro domicilio. /Poliambulatori Bologna/.
Allí encontraréis unos archivadores con un listado de los médicos que están asociados al sistema sanitario nacional (o en este caso regional). Tenéis que buscar los médicos que tengan convenio con la universidad o estén afiliados a dicho sistema. Por lo general, la mayoría son gratuitos pero hay otros de pago que no figuran en las listas de la "Seguridad Social" del país.

2. En la lista aparecen los nombres de los médicos y el lugar donde ejercen, ya que en Italia muchos médicos poseen consultorios propios y no pasan consulta en los ambulatorios. Buscad el que ejerza el día que queréis y que más cerca de vuestra casa esté, y anotad el número de teléfono para pedir cita. Por si es de ayuda en un futuro... os dejo el link con el elenco de médicos de Bolonia.

¿Las farmacias venden medicamentos sin receta?
Por lo general, NO. Es necesario presentar la receta firmada por el médico para obtener medicamentos de tipo antibiótico. Aunque siempre hay excepciones. (Para medicamentos tipo paracetamol y derivados no es necesaria la preinscripción médica).

Espero que no tengáis que acudir al médico en Bolonia y que si lo hacéis, estos consejos os sirvan de ayuda.

¡Saludos!

Rubén

Pic-nic a la margarita

| Etiquetas: | Posted On 24 de mayo de 2010

En pleno mes de mayo Bolonia es un hervidero. Un hervidero de prisas, de trabajos por hacer y prácticas por entregar, de exámenes por preparar, de tareas y encargos que se agolpan en la agenda, de hipótesis para calcular cómo meter una casa entera en una maleta de 15 kilos, de despedidas de gente extraña y no tan extraña con la que has vivido 9 meses.

Dicen que las despedidas son amargas, y para sobrellevar el trance por el que pasan todos los Erasmus, a estas alturas del curso hay que ir preparando el terreno. A nosotros nos quedan aún muchos viajes por hacer y muchos otros que se quedan en el tintero por falta de tiempo. Pero ante el frenético ir y venir de estos días asfixiantes por el calor bochornoso que penetra en el interior de los pórticos boloñeses, no viene mal tomarse un "kit-kat", aparcar los remordimientos de conciencia y tumbarse a la sombra de los árboles de los Jardines Margherita con los amigos.

Ayer mismo, apenas repuestos de nuestra llegada por el norte de Italia (Turín-Milán-Pavía), se terció un pic-nic en los jardines del sur de Bolonia acompañado de Flash-Mob en Piazza Maggiore. Así pues, casi sin pensarlo llenamos la mochila con una botella de agua, una baraja de cartas y una esterilla y nos fuimos para allá. No sin antes pasar a por los víveres a Pizza Altero, una pizzería donde preparan porciones para llevar.

Tras la comida y con las manos enrojecidas de jugar a "la batalla Corsica", pusimos rumbo hacia Piazza Maggiore para asistir al Silent Rave, un flash-mob en el que todos los participantes debían llevar unos auriculares encima y tras sonar un silbato debían empezar a bailar aparentemente sin ninguna música de fondo, pero con la música propia del mp3; por lo que la imagen surrealista de ver a más de un centenar de personas bailando con unos auriculares y sin música de fondo no tuvo precio. He aquí unas fotos y un vídeo (aunque no es de muy buena calidad).



Y para finalizar la jornada, compramos unas tarrinas en la heladería Gianni (bajo las dos torres) y con ellas nos sentamos en las escaleras de la Basílica de San Petronio a observar quién de los ocho que éramos en el grupo sabía manejar mejor el diábolo.

Frantisek, Salva, Rubén, Salva, Silvia y Gloria

Una parte de Piazza Maggiore en el Silent Rave.

¿Qué más se puede pedir cuando por sombra tienes al estrés? Un puñado de amigos y un pic-nic en Margherita.

¡Saludos!

Rubén

"Mutuo-acomodo"

| Etiquetas: , , , | Posted On 18 de mayo de 2010

Vamos atrasados con las entradas. Lo sabemos. Pero es que la agenda viajera que llevamos nos tiene alejados de la red. En cualquier caso, “piano piano” vamos a ir desgranando nuestras aventuras de estas últimas semanas.

Hace un par de entradas, un comentario nos preguntaba si se puede sobrevivir con la beca que nos dan a los Erasmus. Es cuestión de saber administrarse y de informarse antes de venir de cuántas becas hay disponibles. La mayoría de comunidades autónomas dan una pequeña cantidad a los estudiantes que nos vamos al extranjero. Y luego, muchos ayuntamientos también tienen destinado una cantidad en los presupuestos para los Erasmus. A todo esto hay que sumarle las empresas y entidades que dan becas, como la Fundación Fernando Alonso entre otras.

Pero lo que de verdad hace que se amortice una Erasmus es saber en qué gastarse el dinero. Desde buscar los supermercados más baratos, hasta saber qué sitios de fiesta son gratuitos. ¿Por qué creéis que se llama ‘Economía del Estudiante’? porque se usa durante la época que estás en la universidad, no. Es porque hay que estudiar en qué gastarse el dinero.

Hay que utilizar la estrategia que usaba el Imperio Romano: primero establecer el campamento base (comprar todas las cosas de la casa en los “tutto a un’euro” y en el IKEA). Luego explorar las zonas colindantes (es decir, buscar en Bolonia los sitios con descuentos para Erasmus). Y por último conquistar el territorio bárbaro (salir de viaje).

Para viajar lo mejor es usar el tren y el avión. Trenitalia y Ryanair. Y siempre consultando los precios y los horarios por Internet. Por ejemplo, para ir en tren a Firenze, si se pide directamente en la taquilla te cobrarán casi 20€. En cambio si buscas los regionales, puedes ir y volver por menos de 10€ (cambiando de tren en la pequeña localidad de Prato). Y luego ¿qué os voy a contar de Ryanair? Puente aéreo a Bratislava, Frankfurt… y si el aeropuerto de Bolonia no viaja hasta el destino deseado, el aeropuerto de Rimini y de Pisa no quedan a más de 2 horas en tren.

Y por último el alojamiento. Aquí hay tres opciones. Hacer viajes de un día. Buscar alojamiento con Hostelworld. Y dormir en casa un amigo. Nosotros hemos usado las tres opciones. Pero vamos a centrarnos en esta última opción: utilizar a los ‘Erasmus por el Mundo’.

Junto con nosotros, muchos otros amigos están de Erasmus en alguna ciudad europea. Es el caso de Antonio en Turín, Irene en Holanda, Almudena y Neus en Polonia, Dani en Frankfurt y Andrea en Reino Unido. Y de alguna forma u otra todos tenemos un pacto firmado de ‘mutuo-acomodo’. Allora, ellos pueden venir a nuestra casa sin problema y nosotros visitarles igualmente. Hasta ahora son varios los que han pasado por el número 17 de Amendola. Y ahora es nuestro turno de devolverles la visita.

La primera ha sido Andrea. Con unos bocatas y el abrigo bajo el brazo (porque en Italia ya empieza el buen tiempo), cogimos el avión destino Bristol. Volamos desde Rimini, por aquello de ahorrarnos unos euros porque el billete era más económico desde allí. Y tras dos horas y media, menos una hora por el cambio de huso, llegamos a Inglaterra. Ojo, a Inglaterra, porque Bristol está en esa región. Y luego cogimos un tren a Cardiff, en Gales (ya no es Inglaterra, y ni se te ocurra decirlo). Y por último, nos bajamos en Swansea, la ciudad Erasmus de Andrea.

Es curioso, porque hasta ahora siempre que hemos viajado ha sido con prisas y en plan turista (hotel, McDonald’s… guías, mapas, autobuses), pero este viaje fue diferente. Andrea nos enseño su vida Erasmus y nos empapamos de otra rutina cotidiana de estudiante. Allí no leen el “giornale” sino el “newspaper”, el “cappuccino” son “eggs and bacon”, la “biblioteca” es una “study-room” y el “mercato” un “supermarket”.

Pero la esencia Erasmus es la misma. Ya nos lo dijo Andrea cuando nos visitó en noviembre. Y ahora lo hemos comprobado nosotros. El intercambio cultural entre países existe y las fiestas internacionales son calcadas. Tienen asociaciones de estudiantes que les llevan de viaje y tienen descuentos con la tarjeta Erasmus. Es todo exactamente igual, pero diferente. Es en inglés. Es otro modelo. Tienen otro horario y otras costumbres. Las calles son diversas, no están bajo arcos. Las casas no son medievales, sino unifamiliares y de dos plantas. La universidad no está en integrada en la ciudad, sino que tiene un campus de césped inmenso…

Fueron cinco días de excursiones, paseos, fiestas y sobre todo de llenos de buenos momentos. Y nos sirvió para comprobar que da igual dónde se esté de Erasmus, si en la ciudad con más estudiantes de Europa o en un pueblo costero del sur de Gales, lo importante es tener predisposición para aprender y pasarlo bien. Y nosotros la tenemos.






Gracias Andrea por este viaje. La próxima ya, en Elche.

Un abrazo, Salva.

¡Benvenuti alla Toscana!

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Ésta es una de las entradas guardadas en el baúl, que debería haber visto la luz antes, pero las preocupaciones de los nuevos Erasmus colapsan la red en busca de “soluciones” y consejos a todas las dudas y por ello nos hemos visto obligados a echarles un capote.

En otro de los días que destinamos en el calendario a visitar una nueva ciudad italiana, de pronto organizamos una excursión que nos llevó a la Toscana, la región más bonita de Italia. En concreto, a dos localidades: Lucca y Pisa.


La primera presume de atesorar el encanto de un pueblecito toscano rodeado de una muralla perfectamente conservada, con atractivos turísticos, precios razonables y rincones para perderse en un itinerario entre lo religioso, lo cultural y lo histórico. La segunda alardea de silueta propia, una de las más famosas de Italia, rival del Coliseo. La figura de la Torre inclinada dominando la Piazza dei Miracoli y el río Arno serpenteando el centro de la ciudad son su seña de identidad.

¡Bienvenidos a Lucca y a Pisa!

Mireia, Frantisek, Maja y Salva y yo salimos de Bolonia a eso de las 6:30 de la mañana con un sol propio de los días de verano y pusimos rumbo a Lucca, con escala en Prato (pueblecito toscano), por tan sólo 9,45 euros y una carrera agotadora hasta el otro extremo de la estación 1 minuto antes de que partiera el tren. Pero después del trote del inicio del viaje, el resto fue más reposado.

Lucca es una ciudad de más de 85.000 habitantes, que en su día fue República, Ducado, y Principado, y un tesoro anhelado por las dinastías pisanas y florentinas que se disputaron y ocuparon en más de una ocasión sus territorios. Ciudad natal del compositor de ópera Giacomo Puccini y de Santa Gemma Galgani, Lucca ofrece al turista la tranquilidad de una villa antigua que ha sabido resguardar tras sus murallas su casco antiguo de la revolución arquitetónico-cultural que han pasado factura a otras ciudades italianas como es el caso de Pisa.

En Lucca, los paseos por la ciudad son obligados. Bien a pie o bien a bicicleta, cuyo alquiler cuesta sólo un euro y sirve para todo el día. Nosotros optamos por entrenar los gemelos y recorrimos su casco histórico empapándonos de todo lo que nos ofrecía la ciudad. Museos, iglesias, la subida a las dos de las diversas torres que coronan los tejados escarlata de la ciudad, un bocado al buccellato, dulce típico luqués, y paseo por las zonas ajardinadas que envuelven las murallas de camino a Pisa.


Para ver:

  • Piazza San Michele
  • Piazza Napoleone
  • Catedral de San Martín
  • Palacio Ducal.
  • Piazza del Anfiteatro
  • Basílica de San Frediano
  • Torre delle ore ("Torre del Reloj")*
  • Torre Guinigi*

    *La subida a estas dos torres juntas cuesta 4 euros y merece la pena por las estupendas panorámicas que ofrecen.

    Después de recorrer todo el patrimonio cultural, llenar el buche con algo de comida rápida y saborear de postre el
    buccellato luqués, dimos la vuelta rápida a lo que nos quedaba por ver en Lucca y corrimos hacia la estación para coger el tren que nos llevaría a Pisa (a tan sólo 20 minutos de distancia por 2,40 euros).

    Una vez en Pisa, a eso de las 16:00 de la tarde y con unas nubes que amenazaban lluvia, echamos una ojeada al mapa de la guía turística para llegar hasta la Piazza dei Miracoli, donde se alzan imponentes la Torre inclinada de Pisa, la catedral, el camposanto y el baptisterio.

  • ¿Cómo empezar a describir la ciudad?
    Sin duda, llegar a
    Pisa después de haber estado en Florencia, Siena o Lucca (por pequeña que sea ésta última) será la experiencia más deprimente que uno experimente en su vida. Ni por asomo puede competir con las calles de Florencia o Siena, pero es que ni de lejos hace sombra a Lucca.
    La corriente arquitectónica predominante de la ciudad deja bastante que desear, ya sea porque recuerda a un caduco estilo de los años 70-80, que poco atractivo posee, o por el aspecto grisáceo y opaco de los edificios. Del resto de inmuebles señoriales sólo quedan las fachadas desconchadas y los balcones oxidados que respiran a orillas de un Arno poblado de puentes sin la más mínima parte de encanto del que poseen aquéllos que enlazan las orillas florentinas.
    En resumidas cuentas, a excepción de los museos, Pisa sólo posee el complejo de ‘los milagros’, que aparece a la mirada del turista como un enjambre de puestos de souvenirs que rivalizan por ver quién vende las recreaciones de cerámica de la Torre inclinada al mejor precio. Una vez llegados a la Piazza dei Miracoli, obligada es la fotografía emulando sostener/empujar la torre. Allí podéis abriros paso entre los cientos de turistas que buscan un hueco ‘sin gente’ para sacarse la fotografía, y recrearos todo lo que queráis admirando la belleza que desprende la plaza. Eso sí, siempre desde fuera porque para visitar cualquier construcción hay que pagar y los precios no están al alcance de muchos bolsillos. Y llegados a este punto, el mejor sinónimo de Pisa es: estafa.

    Las tarifas rondan los:

    • 15 euros (sin paliativos) para subir a la Torre. Obligatorio hacer reserva el mismo día o con antelación. No merece la pena desembolsar tal cantidad, las vistas no merecen la pena.
    • 5 euros entrar al Baptisterio
    • 5 euros visitar el Camposanto
    • 2 euros entrar al Duomo (Se puede entrar gratis a la zona de plegarias y admirar los grabados y el estilo de la catedral, pero aconsejo pagar la entrada, ya que es lo único que “desahoga” nuestro bolsillo y merece la pena el deleite que proporciona su interior).

    Otras cosas para ver:

    • Piazza dei Cavalieri
    • Santa Maria della Spina




    Y tras un frenético día por las dos ciudades de la Toscana occidental, terminamos nuestro
    ‘giro toscano’ a las 00:10 de la noche, cuando volvimos a nuestra Bologna, enclavada en el interior de las llanuras emilianas bajo una noche despejada y tranquila.

    ¡Saludos!

    Rubén

    Cómo encontrar piso en Bolonia y no morir en el intento

    | Etiquetas: , , , | Posted On 13 de mayo de 2010

    Queda poco para decir adiós al curso académico y también para despedir este año Erasmus. A nosotros en particular nos queda un mes y tres días. Pero a otros muchos les queda un largo camino que empieza oficialmente en septiembre. Para aquéllos que comienzan ya a planear su estancia durante el próximo curso, aquí van unas recomendaciones sobre cómo encontrar piso en Bolonia y pasar el estrés que ello provoca.

    ¿Por dónde empezar?
    A través de internet. Foros, páginas web, blogs… cantidad de información en la red de la que extraer las primeras ideas, aunque siempre caóticas y confusas. Desde aquí, queremos contaros nuestra experiencia, cómo encontramos piso rápidamente y nos ahorramos varios dolores de cabeza y también más noches de la cuenta en hoteles.

    Por estas fechas, a través de la red dimos con la página web de Bussola, una asociación sin ánimo de lucro que facilita la búsqueda de alojamiento a los estudiantes que llegan a Bolonia. Allí, después de registrarnos gratuitamente online, pudimos ver las ofertas de pisos que había colgadas en la web. Los anuncios explicaban: el precio y los gastos que entran o quedan fuera del alquiler, la orientación y zona de la ciudad y demás aspectos. En Bussola puedes hacer una búsqueda personalizada dependiendo el tipo de alojamiento que prefieras.


    Tipos de alojamiento
    - Monolocal: es una gran habitación tipo loft en la que cocina, comedor y dormitorio están juntos, a excepción del baño. Ventaja: Son muy económicos. Desventaja: Algunos son muy pequeños. No apto para aquéllos que estén acostumbrados a vivir en estancias espaciosas. (Nosotros vivimos en un monolocal 'la mar de apañao').
    - Bilocal: igual que el anterior pero con una habitación más.
    - Camera Singola: Habitación individual en una casa en la que tienes derecho a usar el baño, cocina y salón. Ventaja: tranquilidad y privacidad. Desventaja: precios muy caros. Normalmente en las casas suelen convivir 4, 5 o 6 personas, por lo que la intimidad es compartida.
    - Camera Doppia: Habitación doble compartida, similar a la anterior. Ventaja: ideal para ir con un amigo. Desventaja: Puede que el precio no compense el estado de la habitación, y como en toda casa con compañeros de piso, pueden haber “divergencias”.

    No obstante, no se pueden sacar conclusiones a la ligera sin venir a Bolonia y juzgar con vuestros propios ojos cuál es la mejor elección. En este caso, una imagen vale más que mil palabras.
    Nosotros buceamos por la Bussola e hicimos una lista con las casas que queríamos ver. Llegamos en julio (aconsejamos, si es posible, venir en julio o agosto) a Bolonia y con la lista en la mano recorrimos las calles boloñesas buscando alguna de las casas que sería nuestra morada en un futuro no muy lejano. A la vez que andábamos y desandábamos descubríamos los encantos de la piccola Bologna.

    ¿Dónde hospedarse para tan sólo unos días?
    Nosotros encontramos el Hotel Holiday en vía Bertiera. Un hotel céntrico, limpio y con un servicio muy agradable. El precio fueron 25 euros cada noche con desayuno incluido. Pero hay otras opciones: Hotel University, Hotel Paradise o el famoso albergue San Sisto (económico pero con malas referencias).


    Una vez en la ciudad nos dirigimos hasta la oficina de Bussola, en vía Zamboni 62/B, y allí gracias a una empleada pudimos contactar mejor con los caseros, ya que ella se encargaba de llamar por teléfono y tratar con los arrendadores. (Aunque vengas con la lista hecha de casa, no es mala idea acercarse y buscar con los empleados de Bussola nuevas ofertas, ya que ellos te orientarán mejor).

    Consejo: Venir en verano que es cuando menos afluencia de estudiantes hay, ya que en septiembre llegan todos y se forman colas kilométricas para ser atendidos (o “mal atendidos”). En julio no tuvimos que esperar y pudimos volver al día siguiente sin pedir cita ni nada por el estilo. Sin embargo, en septiembre despachan a la gente de forma rápida y sin compadecerse de la desesperación de los estudiantes.
    ¡¡No lo dejéis la búsqueda del piso para el último momento!! Que las consecuencias se pagan durante 9 meses.

    Por otra parte, si lo preferís, se puede dar una vuelta por toda vía Zamboni, la calle de la universidad, y enloquecer ante tantos anuncios pegados con celo en las columnas y paredes de los pórticos. No es una mala idea, sólo que cuando llevas media docena de anuncios, todos te parecen iguales y no sabes por cuál decantarte.

    ¿Cuánto cuestan los alquileres?
    Decir cifras a bote pronto es un sin sentido. Es necesario venir aquí y observar el estado y las condiciones de la que será tu casa durante 6 o 9 meses. Nosotros hemos llegado a visitar auténticos zulos y habitaciones insalubres por las que los dueños pedían alquileres desorbitados.
    No obstante, por una habitación individual se paga alrededor de los 380 – 400 euros. Depende siempre de la zona dónde se encuentre el edificio, los metros… Por una doble, se paga alrededor de 220, 250, 270… aproximadamente, por cabeza, no a dividir entre dos personas.
    Por los bilocales no sé el precio exactamente, pero nosotros por nuestro monolocal pagamos 250 euros y tenemos la casa para nosotros solos.

    Aspectos a tener en cuenta sobre el alquiler
    1. Orientación
    : Bolonia es como un círculo pequeño que se recorre de extremo a extremo en tres cuartos de hora, por lo que todo está cerca. Lo mejor es vivir dentro de las “murallas”, está todo mejor conectado (supermercado, facultades, centros de ocio…). Aunque si bien es cierto que los alquileres fuera de la muralla son más económicos, compensa poco el ir cogiendo autobuses, o desplazarte en bicicleta cuando todo el mundo llega en unos minutos al centro.

    No obstante, las casas del centro tienen la desventaja de ser bastante viejas y en algunos casos la instalación de la calefacción o el estado de las paredes y el inmueble deja mucho que desear… a lo que hay que añadir que cada año pasan de mano en mano y los inquilinos no las cuidan muy bien. Pero esto es relativo, en Bolonia se encuentran cantidad de gangas.

    ¿Cómo decantarse por la elección? --> Mirar si queda cerca de tu facultad, si hay buenas conexiones de bus, si tiene supermercados cerca, si está en una zona ruidosa (Via Petroni, Via Zamboni, Via delle Moline, Via del Pratello).

    2. Que la casa tenga electrodomésticos (que funcionen) (nevera, lavadora y microondas: imprescindibles), (horno: es accesorio y por 30 euros puedes comprar uno en Carrefour o Lidl), (televisión: se echa de menos cuando no está). Parece mentira, pero muchas de las viviendas no poseen lavadora, los frigoríficos se encuentran en un estado deplorable y a veces el televisor que hay encima del mueble no funciona (suele ocurrir).

    3. Gastos: en muchos alquileres entran la cuota de la comunidad o la basura; en otros la calefacción y las dos anteriores; y en otros incluso el agua. Depende del tipo de edificio los gastos varían. Por lo general: agua, luz, internet, calefacción y demás van aparte.

    4. Fianza: normalmente en todas las viviendas piden un depósito, un dinero a cuenta que suele ser el alquiler de uno o dos meses. Las fianzas suelen rondar los 400-500-600 euros. (En nuestro caso, en julio “apalabramos” nuestro monolocal con 200 euros (100 cada uno) y al llegar en septiembre, el casero nos esperaba en la puerta para darnos la llave y pagar el resto de la fianza, 300 euros). Esto es lo más cómodo, pues vienes con la seguridad de saber dónde dormir la primera noche y evitas gastar dinero en noches de hotel.

    Consejo: Atender bien al reglamento del contrato para que nadie os juegue una mala pasada u os reclame algo que no estaba fijado. Aclarar el "papeleo" y todo aquello que tenga que ver con el dinero. Aunque normalmente no suele haber problemas, ya que las casas que ofrece Bussola tienen buenas referencias de las viviendas, pues si en alguna se quiere estafar a los estudiantes, la asociación toma medidas.

    Residencias
    Las residencias de estudiantes son otra opción. Nosotros no conocemos los trámites ni el ambiente que se vive allí. Pero por nuestra experiencia y la de algunos compañeros recomendamos vivir en una casa propia. No hay horarios, dispones de más libertad, se estrechan más lazos con los compañeros de piso… Simplemente, es más cómodo y menos costoso.

    Algunas residencias son:



    Por otro lado, Viaje a Bolonia es un blog que seguramente los próximos Erasmus conocéis. Ahí podéis encontrar información al detalle y mucho más completa en algunos aspectos concretos. Ésta es la dirección: http://viajeabolonia.blogspot.com/

    Y hasta aquí puedo leer. Espero haber despejado dudas. Para lo que necesitéis… ¡aquí estamos! E insisto, esta entrada sólo es orientativa. Lo que nosotros digamos es muy relativo, ya que hace falta venir a Bolonia para ver realmente qué nos depara la Erasmus.

    ¡Saludos!

    Rubén

    De Romeos y Julietas

    | Etiquetas: , | Posted On 4 de mayo de 2010

    A penas volvimos de San Marino con las baterías a medio gas, hicimos los deberes en Bolonia (cuestiones universitarias) y nos volvimos a colgar la mochila para vivir dos jornadas maratonianas que nos llevarían a visitar tres ciudades italianas. Una en el Véneto y dos en la Toscana. La primera pusimos rumbo al norte para pintar de amarillo la chincheta de… ¡Verona! ¿Qué hacer con 14 euros en el bolsillo? Pues comprar un billete de tren de ida y vuelta a la ciudad de Romeo y Julieta. Muchos de los Erasmus de Bolonia ya habían conquistado anteriormente esta localidad, que dista de Bolonia unos 142 kilómetros (una hora y veinte en tren regional). Y nosotros no íbamos a ser menos, sólo que reservamos la visita para ir acompañados de Mireia, que volvió de nuevo a tierras italianas preparada para correr la maratón con nosotros.

    Si queréis viajar a Verona pero no sabéis qué ver ni cómo idear un itinerario, lo mejor es acercarse a la oficina de información turística de la Piazza Bra. Allí podéis coger mapas y folletos de la ciudad, y asesoraros por las empleadas. Nosotros, sin saber qué ver, optamos por comprar la “VeronaCard”, una tarjeta válida para un día, que permite visitar 13 lugares veroneses que el turista no debe perderse por 10 euros. A saber algunos de ellos... El Anfiteatro Arena de Verona, la Torre dei Lamberti, la Casa y la Tomba de Julieta, el Teatro Romano y varios museos e iglesias.

    Consejo: es muy recomendable comprar la tarjeta, ya que en Verona se paga por ver todos sus monumentos y los precios no son muy económicos. El Arena cuesta 6 euros, la visita a la casa de Julieta otros 6, las visitas a las iglesias 2… y así en todos los rincones que ofrece Verona previo pago. Por tanto, es preferible desembolsar 10 euros que rentabilicen las visitas a los monumentos de la localidad.

    Verona es visitable en un día. Empiezas el ‘giro’ en el Arena, que a día de hoy se emplea para celebrar conciertos de ópera y otros actos. Y de ahí, puedes desplazarte hacia la casa de Julieta y dejarte llevar por la romántica historia que inventó Shakespeare. Verona vende a la perfección el mito de los dos amantes. Aún se desconoce si existieron de veras y si el balcón desde el que saludar y hacerse la foto de rigor (que cuesta seis euros subir), fue realmente desde el que Julieta se asomaba a buscar a Romeo. Pero lo cierto es que eso no importa a los miles de turistas que acuden a la casa de los Capuleti a sentirse Julieta por un segundo.

    En resumen, si viajáis a Verona estáis obligados a recorrer sus calles, que son Patrimonio de la Humanidad; a amortizar la Verona Card visitando iglesias y museos; a subir al punto más alto de la ciudad (la Torre dei Lamberti, incluida en la tarjeta) y a pasear por el ‘Lungadige’ (las riberas del río Adigio, que atraviesa la ciudad).


    Y esto es lo que dio de sí, la primera de las dos jornadas viajeras con las que despedimos el mes de abril y recibimos mayo.

    ¡Saluti!

    Rubén y Salva

    Il piccolo bambino

    | Etiquetas: , , | Posted On 3 de mayo de 2010

    Abril es un mes que se despide con viajes y abre boca para la que se avecina en mayo. Como si de una matrioska se tratase, nuestro próximo destino surgía del interior de las colinas de la Romaña y Las Marcas (otra de las regiones de Italia). Así pues, desde nuestro calendario colgado detrás de la puerta de entrada pedía paso la obligada excursión a Rímini y San Marino.

    De la mano de Alberto, un compañero italiano de la universidad, llegamos a Rímini, la Santa Pola italiana, enclavada a orillas del Adriático. Rímini es una pequeña ciudad que sirve de veraneo a los italianos de la región por sus playas y el ocio de las discotecas y los locales nocturnos.

    Con un cappuccino en el cuerpo para entrar en calor después de un calabobos intermitente, seguimos las huellas romanas de Ariminum –el nombre del la ciudad en los tiempos del Imperio Romano, que tras el Arco de Augusto, el Puente de Tiberio, el Anfiteatro y la Domus; nos llevaron hasta un plato de verdadera carbonara italiana en Santarcangelo di Romagna, el pueblecito donde vive Alberto.


    La lluvia seguía salpicando los cristales de las ventanillas del coche cuando salimos de Santarcangelo en dirección al quinto Estado más pequeño del mundo para ver al piccolo bambino que duerme acurrucado entre los Apeninos tosco-romañoles. Sólo que allí la lluvia se alió con una espesa niebla que “nubló” (nunca mejor dicho) el encanto de aquel país. Próxima parada: San Marino.

    Enclavada sobre el Monte Titano y coronada por sus famosas tres torres, Ciudad de San Marino, la capital, rápidamente se abrió paso entre las nubes a nuestra mirada turista. Subimos las empinadas cuestas de la ciudad palpando casi a ciegas la personalidad de sus calles y conseguimos un tesoro muy ansiado: un euro del país.

    Oficialmente, la moneda de San Marino es el euro con el cuño propio de la nación, pero monedas “sanmarinenses” en circulación hay muy pocas porque se usa sobre todo el euro italiano. En las tiendas de souvenirs se pueden encontrar estuches con las monedas por 10 euros. En principio, los euros con el sello del país son sólo para coleccionistas, pero desde este año se han puesto en circulación “a gran escala” y aunque hay muy pocos, si te las ingenias bien puedes conseguir que en algún comercio te cambien una moneda por un euro “normal”.

    Con la niebla, la noche cayó antes de lo normal. Abandonamos San Marino con la sensación de haber estado en ninguna parte y para reparar esa sensación de vacío, llegamos a Santarcangelo y la llenamos con una exquisita cena de piadinas (especialidad típica de la Romaña).

    Para bajar la cena: un paseo inolvidable por Santarcangelo di Romagna, un pueblecito en el que se respira un ambiente tranquilo y familiar. Un pueblecito de calles adoquinadas y casas antiguas por las que todavía pasa el lechero para llevar la leche fresca y en el que aún se puede jugar con el balón en la calle sin preocuparse del tráfico. He ahí las fotos.



    Para acabar la excursión, cerramos la noche en muy buena compañía en una vinoteca degustando un Malvasia con música en directo. ¿Qué más se puede pedir?


    ¡Saludos!

    Rubén

    101 cosas que hacer en Bolonia

    | Etiquetas: , , , | Posted On 2 de mayo de 2010

    El pasado día 23, Sant Jordi, me pasé por una de las muchas librerías que llenan la ciudad. Hay una al lado de las Dos Torres, otra en medio del mercado medieval, en la calle principal… y hasta hay una ¡dentro de una torre! En esta última encontré este libro, que fue el que le regalamos a Frantisek por su cumple. Y es verdad, Bolonia ofrece la posibilidad de hacer 101 cosas ¡y muchas más! Aunque esa no sea la primera impresión que da.

    Por ejemplo, nuestra primera opinión de la ciudad fue un desaliento. Nosotros llegamos en Julio para buscar piso y el primer contacto fue el del trayecto del aerobús a la estación [5€ que se pagan directamente al “autista” (conductor) en la puerta del aeropuerto]. Desde la “naveta” (autobús urbano) pudimos ver a grandes rasgos lo que nos depararía nuestra casa durante la Erasmus: las paredes están pintarrajeadas, los edificios son viejos y están algo sucios, conducen muy mal y las calles están llenas de tendidos eléctricos y cables del tranvía.

    Pero afortunadamente las primeras impresiones no siempre cuentan.


    Vale que Bolonia no sea tan bella arquitectónicamente como Florencia. Ni tan turística como Venecia. Ni tan histórica como Roma. Ni tenga el nivel de vida de Milán. Ni el número de habitantes de Nápoles. Pero Bolonia tiene algo que las demás no tienen. Un encanto particular. Un ambiente estudiantil acogedor. Unos pórticos que cubren casi la totalidad de las aceras. Una basílica que es la cuarta más grande del mundo. Unas torres que conforman una silueta única de la ciudad… Y encima es la capital europea de la cultura.

    Es verdad. Hay 101 cosas que hacer aquí. Cientos de lugares que visitar. Y ahora con el buen tiempo, más todavía. Y estos son algunos de los ejemplos de esas cosas que se pueden hacer en Bolonia, por ejemplo en 72 horas:

    1. Asistir a los espectáculos espontáneos de artistas callejeros en piazza Maggiore

    2. Imaginarse cómo sería la basílica de San Petronio, que estaba destinada a ser la mayor del mundo.

    6. Leer una revista, escuchar poesía o ver un film en Sala Borsa, la biblioteca más grande de Bolonia.

    8. Sentarse en el teatro del Archiginnasio (donde se estudiaba anatomía, en piazza Galvani)

    12. Recorrer las calles del mercado medieval de Via Pescheria Vecchia
    14. Comer “tagliatelle al Ragù” (a la boloñesa). Nosotros recomendamos cualquier restaurante de Via Irnerio. También hay que probar la lasaña típica de la región.

    17. Perderse en el Ghetto ebraico de la ciudad. Situado entre Via Zamboni y Via Oberdam hay decenas de callejuelas y estrechos callejones que rompen con la armonía línea del resto de la ciudad.

    20. Visitar las “siete chiese” (siete iglesias). En Santo Stefano, el conjunto cristiano lo conforman siete templos, cada uno de una época artísitca.

    24. Visitar las ocas de los “Giardini Margherita”.

    25. Aprenderse de memoria los nombres de las puertas de la ciudad. Actualmente se conservan todas las puertas y parte de la muralla que rodeaba la ciudad en la época medieval y que dan nombre a los barrios. Y es que desde cada puerta sale una calle que confluyen en el centro, en las Dos Torres.
    27. Visitar la tumba de Santo Domingo.

    30. Ir a la caza de los jardines secretos. Muchos antiguos palacetes convirtieron sus patios internos en jardines y hoy, através de mirillas y rejas se pueden descubrir decenas de ellos.

    36. Recorrer sus más de 38 kilómetros de arcos que protegen las aceras.

    43. Visitar la capilla Sixtina medieval de Bologna: el oratorio de Santa Cecilia.

    […]

    101. Subir a la torre Asinelli. ¡Ojo! Esto sólo lo puedes hacer si te has licenciado ya, porque la leyenda cuenta que si subes durante tu época de estudiante del Alma Mater, no te graduarás…

    Estos son sólo algunos ejemplos de la larga lista del libro de Margherita Bianchini, autora del libro que curiosamente estudió en la misma Facultad que nosotros. Eso sí, hay una cosa que no ha incluido en el libro (es obvio que no todo cabe en 327 páginas); pero creo que lo ha hecho a propósito. En concreto son siete cosas. Y es que Bolonia ofrece “Sette Segreti”, imperceptibles para el ojo del turista convencional. Pero que todo Erasmus tiene que descubrir y ver.

    No busquéis en Internet; ni le preguntéis a veteranos Erasmus: NO os van a decir dónde están escondidos… nosotros iremos desvelando cada semana uno de ellos (sin decir su emplazamiento); así os obligamos a venir a Bolonia a descubrirlos…

    Porque Bolonia tiene 101 que hacer y 7 por descubrir.

    Un saludo, Salva.