"Mutuo-acomodo"

| Etiquetas: , , , | Posted On 18 de mayo de 2010

Vamos atrasados con las entradas. Lo sabemos. Pero es que la agenda viajera que llevamos nos tiene alejados de la red. En cualquier caso, “piano piano” vamos a ir desgranando nuestras aventuras de estas últimas semanas.

Hace un par de entradas, un comentario nos preguntaba si se puede sobrevivir con la beca que nos dan a los Erasmus. Es cuestión de saber administrarse y de informarse antes de venir de cuántas becas hay disponibles. La mayoría de comunidades autónomas dan una pequeña cantidad a los estudiantes que nos vamos al extranjero. Y luego, muchos ayuntamientos también tienen destinado una cantidad en los presupuestos para los Erasmus. A todo esto hay que sumarle las empresas y entidades que dan becas, como la Fundación Fernando Alonso entre otras.

Pero lo que de verdad hace que se amortice una Erasmus es saber en qué gastarse el dinero. Desde buscar los supermercados más baratos, hasta saber qué sitios de fiesta son gratuitos. ¿Por qué creéis que se llama ‘Economía del Estudiante’? porque se usa durante la época que estás en la universidad, no. Es porque hay que estudiar en qué gastarse el dinero.

Hay que utilizar la estrategia que usaba el Imperio Romano: primero establecer el campamento base (comprar todas las cosas de la casa en los “tutto a un’euro” y en el IKEA). Luego explorar las zonas colindantes (es decir, buscar en Bolonia los sitios con descuentos para Erasmus). Y por último conquistar el territorio bárbaro (salir de viaje).

Para viajar lo mejor es usar el tren y el avión. Trenitalia y Ryanair. Y siempre consultando los precios y los horarios por Internet. Por ejemplo, para ir en tren a Firenze, si se pide directamente en la taquilla te cobrarán casi 20€. En cambio si buscas los regionales, puedes ir y volver por menos de 10€ (cambiando de tren en la pequeña localidad de Prato). Y luego ¿qué os voy a contar de Ryanair? Puente aéreo a Bratislava, Frankfurt… y si el aeropuerto de Bolonia no viaja hasta el destino deseado, el aeropuerto de Rimini y de Pisa no quedan a más de 2 horas en tren.

Y por último el alojamiento. Aquí hay tres opciones. Hacer viajes de un día. Buscar alojamiento con Hostelworld. Y dormir en casa un amigo. Nosotros hemos usado las tres opciones. Pero vamos a centrarnos en esta última opción: utilizar a los ‘Erasmus por el Mundo’.

Junto con nosotros, muchos otros amigos están de Erasmus en alguna ciudad europea. Es el caso de Antonio en Turín, Irene en Holanda, Almudena y Neus en Polonia, Dani en Frankfurt y Andrea en Reino Unido. Y de alguna forma u otra todos tenemos un pacto firmado de ‘mutuo-acomodo’. Allora, ellos pueden venir a nuestra casa sin problema y nosotros visitarles igualmente. Hasta ahora son varios los que han pasado por el número 17 de Amendola. Y ahora es nuestro turno de devolverles la visita.

La primera ha sido Andrea. Con unos bocatas y el abrigo bajo el brazo (porque en Italia ya empieza el buen tiempo), cogimos el avión destino Bristol. Volamos desde Rimini, por aquello de ahorrarnos unos euros porque el billete era más económico desde allí. Y tras dos horas y media, menos una hora por el cambio de huso, llegamos a Inglaterra. Ojo, a Inglaterra, porque Bristol está en esa región. Y luego cogimos un tren a Cardiff, en Gales (ya no es Inglaterra, y ni se te ocurra decirlo). Y por último, nos bajamos en Swansea, la ciudad Erasmus de Andrea.

Es curioso, porque hasta ahora siempre que hemos viajado ha sido con prisas y en plan turista (hotel, McDonald’s… guías, mapas, autobuses), pero este viaje fue diferente. Andrea nos enseño su vida Erasmus y nos empapamos de otra rutina cotidiana de estudiante. Allí no leen el “giornale” sino el “newspaper”, el “cappuccino” son “eggs and bacon”, la “biblioteca” es una “study-room” y el “mercato” un “supermarket”.

Pero la esencia Erasmus es la misma. Ya nos lo dijo Andrea cuando nos visitó en noviembre. Y ahora lo hemos comprobado nosotros. El intercambio cultural entre países existe y las fiestas internacionales son calcadas. Tienen asociaciones de estudiantes que les llevan de viaje y tienen descuentos con la tarjeta Erasmus. Es todo exactamente igual, pero diferente. Es en inglés. Es otro modelo. Tienen otro horario y otras costumbres. Las calles son diversas, no están bajo arcos. Las casas no son medievales, sino unifamiliares y de dos plantas. La universidad no está en integrada en la ciudad, sino que tiene un campus de césped inmenso…

Fueron cinco días de excursiones, paseos, fiestas y sobre todo de llenos de buenos momentos. Y nos sirvió para comprobar que da igual dónde se esté de Erasmus, si en la ciudad con más estudiantes de Europa o en un pueblo costero del sur de Gales, lo importante es tener predisposición para aprender y pasarlo bien. Y nosotros la tenemos.






Gracias Andrea por este viaje. La próxima ya, en Elche.

Un abrazo, Salva.

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