Eurodinner

| Etiquetas: , , , | Posted On 23 de febrero de 2010

Máximo secreto. El lugar donde nos dimos cita los representantes de cada país ha sido el secreto mejor guardado desde lo del vestido de la Esteban en NocheVieja. Hasta el día de antes no recibimos el e-mail de la ESN (una asociación Erasmus) con las indicaciones y una advertencia: “prohibido llevar a nadie que no se hubiera apuntado a la reunión”. Me recordó a las reuniones supersecretas que salen en los dibujos animados, donde se deciden cosas importantes en grandes salones recónditos.

Una vez llegamos al lugar citado, nos identificamos con la tarjeta ESN y entramos. Unas escaleras nos condujeron a una sala subterránea, donde las mesas se distribuían pegadas a las paredes formando una gran U. En las mesas colgaban las banderas de los países invitados a la cumbre. Y pronto comenzaron a llegar los embajadores.

Cada uno que llegaba, colocaba lo que llevaba con cuidado en sus manos sobre la bandera de su país. Nosotros nos dirigimos a la zona de España y colocamos las nuestras junto a las del resto de compatriotas. Y es que la mesa más grande era la española. ¡Menos mal que en algo somos los mayoritarios! No sé cómo, pero todos acabamos con un vaso en la mano lleno de vino blanco y a la voz de “salute” dio comienzo la cumbre, descubriendo el contenido de las bolsas.

Ni en la ONU, ni en la OTAN, ni en el G-8 se reúnen para un motivo tan trascendental: degustar la gastronomía de cada país. Y es que, entre otras, sobre la bandera francesa había unos crepes salados; sobre la belga una quiche; sobre la polaca empanadillas rellenas de queso; sobre la inglesa un pastel de carne y sobre la húngara una especie de ensaladilla de bocas de mar.

Estaban representados todos los países europeos menos Portugal, Grecia, Rep. Checa y Noruega. Y como países invitados Australia y Brasil. De cada país había uno o dos platos nacionales cocinados por los propios Erasmus, aunque de España había uno casi por cada Comunidad. Y es que éramos más de una decena, que se traduce en una ensalada murciana, zarangollo, salmorejo, huevos rellenos, arroz con leche, cocas rellenas, una paella y hasta tres tortillas. Obviamente los primeros platos en vaciarse fueron los de esta mesa, porque por Europa corre el rumor que en España se come muy bien. Y los allí reunidos dieron fe de ello.

Por nuestra parte, lo que más nos gustó fue el plato belga y unos dulces típicos de Finlandia. Lo malo que tiene este tipo de cenas es que si un lituano, por ejemplo, come de tu tortilla, luego te invita a probar su plato típico. Lo que yo no sabía es que para probar el ‘pan negro’ que trajo tenía que pegarme un trago –a palo seco– de vodka. ¡Y todavía me dice cuando lo bebí, que por qué tenía los ojos llorosos, si eso era como agua!

El plato que más triunfó fue la mousse de chocolate suizo. Aunque no por que estuviera para chuparse los dedos (que también), sino porque la cumbre terminó a cucharazos de mousse. Austria lanzó un trozo de chocolate sobre Serbia; y Rusia que apoya a Serbia se enzarzó a bolazos dulces contra Alemania (que estaba en el bando de Austria). ¡Toda una Guerra Mundial de Chocolate!

Al final ya no se sabía qué país pertenecía a la Triple Entente y cuál a la Alianza. Pero la guerra se saldó con cientos de caras manchadas y millones de risas.

La velada acabó en la discoteca, haciendo todos una gran Comunidad Europea, sin fronteras. Unidos con un mismo objetivo: pasarlo bien ¡Un resumen de la historia del continente en tres sabrosas horas!

Las primeras canciones que pusieron para bailar fueron los himnos nacionales de cada país. No sabía que algunos tuvieran tanto ritmo. Aunque llegó un momento en el que no distinguía los acordes de cada uno de ellos, porque todos los del Este son muy parecidos. Pero era gracioso ver como con cada canción una o dos personas se ponían la mano en el corazón y comenzaban a cantar una letra que no acabamos de entender. Eso sí, cuando llego el momento de España, explotó la fiesta y al son del “nana-nana” dejamos claro que aunque no tengamos costumbre de llevarnos la mano al corazón, ni letra que cantar, somos los que más marcha tenemos.

No sabemos si repetirán otra; pero si no, nosotros ya organizaremos algo parecido; al fin al cabo somos los presidentes de turno de la UE ¿no?

Un saludo, Salva.


Comments:

There are 4 comentarios for Eurodinner

Publicar un comentario