El cielo abierto
| Etiquetas: Ryanair, Viajes | Posted On 22 de abril de 2010
Y nosotros, asiduos a la compañía de bajo coste no hemos desaprovechado la ocasión. Después de un par de llamadas a Frantisek para ajustar fechas y con el calendario en la mano para que no nos coincida con otros viajes, hemos re-organizado nuestra visita a Centroeuropa.
Esperemos que con el segundo intento sea suficiente, y podamos visitar las cuatro capitales europeas más próximas entre sí. Entre el 27 de mayo y el 1 de junio vamos a intentar ver no sólo Bratislava, sino también Budapest, Viena y Praga. Lo bueno de esta oferta es que no sólo hemos recuperado el dinero del anterior viaje frustrado; sino que además nos ha salido más barato.
Al final vamos a tener que unirnos al grupo de Facebook “Ryanair es el mejor amigo de un Erasmus”.
Un saludo viajero, Salva
Para poner el broche a nuestra escapada a Nápoles y alrededores, la última escala la hicimos en Caserta, un municipio situado al norte de la región, que alberga el Palacio Real de Casa Borbón-Dos Sicilias. Caminamos entre alfombras con siglos de historia y bajo lámparas suntuosas que iluminaban los frescos de los techos de las estancias. Andamos 6 kilómetros por los jardines reales, inmortalizamos los momentos de cansancio y desvaríos bajo la lluvia, y esprintamos en los últimos segundos antes de volver al autobús en una ajustada competición maratoniana entre España, República Checa y Serbia en la que la primera fue la clara vencedora.
Volcanizados
| Etiquetas: Periodicos, Viajes | Posted On 20 de abril de 2010
Nuestra subida al Vesubio se vio deslucida por la erupción de otro volcán. El Eyjafjalla despertó poco antes de asomarnos al de Nápoles. Entonces las informaciones que nos llegaban eran muy confusas. Que si miles de evacuados. Que si la nube de gases tóxicos amenazaba a la población. Que si los vuelos de Inglaterra se suspenden. Y los de Bélgica. Polonia, Noruega y Suiza. Que si media Europa paralizada…
Y nosotros en medio de las ruinas de Pompeya: una ciudad que hace 2000 años quedó sepultada por una erupción parecida. Pasaban los días y poco a poco recibíamos más noticias. Y cada vez más contradictoria. Ahora ya no se podía volar ni a Logroño ni a Gijón. Una vez que vimos las imágenes por televisión de la erupción y las fotos en los periódicos, nos dimos cuenta de la magnitud del asunto.
En realidad no nos habría preocupado tanto el asunto del volcán, de no ser porque esta semana teníamos que viajar a Bratislava. Era un viaje que habíamos planeado con Frantisek (el checo) para visitar Centroeuropa, ya que íbamos a ver Budapest, Viena y finalmente Praga. De esa forma comenzamos a interesarnos por la fecha de reapertura del espacio aéreo europeo. Y eso ya fue el acabose. Nos llegaron a decir incluso que tardaría hasta seis meses. Y mientras nosotros veíamos como se acercaba el día de irnos y los aviones seguían ‘aparcados’.Eso sí, ya que vamos a pasarnos esta semana aquí en Italia, no pensamos desaprovechar ni un minuto… Ya os iremos contando.
Pensaba que en Italia, por ser un país alargado, las carreteras iban a ser líneas rectas que recorriesen las ciudades “da nord a sud”; y por tanto no me iba a marear. Y encima que como iba a viajar de noche, iba a pasarme todo el trayecto dormido. Pero ni con esas conseguí librarme del “male di macchina” (mareo). Al final, tras una noche movidita llegamos a Nápoles, la capital del sur italiano.
Antes de adentrarnos en esta megalópolis, unas recomendaciones: llevar siempre la cartera en los bolsillos delanteros, con un máximo de 30€ en efectivo; no separarse del grupo y mucho menos recorrer las callejuelas; alejarse de los trileros y vendedores ambulantes, que ofrecen IPhone’s por 50€; y sobre todo no cruzar la calle sólo. Y es que Nápoles es una caos organizado, donde los coches no respetan ni los semáforos, ni las señales y mucho menos los pasos de cebra. A modo de curiosidad, tres de cada cuatro coches tenían una abolladura o un faro roto. La ciudad tiene fama, mejor dicho mala fama, de ser conflictiva. Obviamente no vimos a El Padrino, pero el ambiente de trueques y chanchullos está presente hasta cuando vas a comer a un restaurante.
Aun así es una ciudad con un encanto particular. Es cómo viajar a una película de Fellini, donde todavía las mujeres mayores bajan la basura con un cordel desde el balcón, y se llama a los niños por la ventana para cenar, porque están jugando en medio de la calle (aunque por ésta pasen coches). Y todo coronado por el gran Vesuvio (en italiano la segunda se escribe con ‘v’ y no con ‘b’).El horizonte es completamente plano: a un lado el mar Tirreno y al otro la llanura de la “Campania”. La línea recta sólo se rompe por el impresionante volcán, y sus colinas contiguas. Entre ellas alguna por las que se esparce la ciudad. Y es que Nápoles es un sinfín de bloques de edificios a modo de colmena, unidos por cientos de tendidos eléctricos y farolas colgantes.
La ESN lleva haciendo este viaje desde hace siete años, así que ya saben cómo moverse por la ciudad. Nos hicieron un tour por las principales calles llenas de puestos ambulantes. Unas cuantas fotos en la antigua fortaleza y una “gelatto” en la plaza del Plebiscito completaron la jornada, que acabó con una cena a base de pizza al modo napolitano (no, no existe una ‘pizza napolitana’, como no existen los ‘spaghetti a la boloñesa’. La pizza se caracteriza en Nápoles por tener los bordes gordos, no por los ingredientes que lleva). Otro de los platos típicos de la región es el pescado que en la mayoría de restaurante suele ser fresco. Aunque también lo puedes comprar directamente a los pescadores; y es que vimos como al desembarcar en la playa, montaban improvisadas lonjas donde exhibían los animales todavía vivos y coleando.Todos los viajes de la ESN incluyen de alguna forma el alcohol en su agenda y éste no iba a ser menos. Lo que pasa es que cada uno se lo toma como quiere. Están quienes fomentan el mito de Erasmus igual a borrachera continua; y quienes no dependemos de una botella para pasar una noche de fiesta. De esa forma, cuando cayó la noche nos reunimos en la terraza del hotel, y compartimos unas risas a los pies del Vesubio.
A grito de “sveglia” (despertador), a las ocho de la mañana nos preparamos para subir al Vesubio. Una vez arriba del volcán, cuando visitábamos el cráter y después de que la guía nos contase cómo fue la explosión del 79 d.C. que sepultó Pompeya, nos enteramos que media Europa estaba sobrevolada por las cenizas del volcán de Islandia. En el que estábamos sólo salían pequeñas columnas de humo, que la guía se apresuró a decir que eran normales chimeneas naturales de vapor de agua. Pero por si acaso, nos hicimos la foto y bajamos rápidamente de allí. Eso sí, ya podemos decir “yo he estado en el cráter de un volcán”.
Y así, como la lava, descendimos dirección Pompeya. Pero eso ya es otra historia...
Ahora os dejo con las fotos de esta primera parte
Hasta entonces, un saludo boloñes. Salva.
Made in Italy
| Etiquetas: Italia, tv | Posted On 11 de abril de 2010
Podría hacer referencia a los últimos modelos de ropa de la pasarela de Milán o bien a un delicioso producto gastronómico del país, pero desafortunadamente el sello “Made in Italy” etiqueta la cantidad de mujeres que exhiben su cuerpo en ropa interior en la televisión italiana.
La televisión en Italia, concretamente aquella que pertenece al grupo Mediaset, muestra a mujeres delgadas y con buena apariencia en ropa interior, cuyo papel delante de la cámara es contonearse en minifalda y ropa ajustada. Para abrir la cabecera de un programa, para enlazar contenidos, para despedir el espacio o simplemente como reclamo de provocación hacia el espectador. Lo cierto es que la figura de la bailarina o la azafata de concurso se ha visto forzada a obedecer un rol de fuerte connotación sexual y escasa utilidad profesional.
La práctica italiana recaló en España a principios de los noventa en la etapa de las Mama-Chicho y las Cacao Maravillao en Telecinco, pero finalmente murió a mediados de dicha década. Tras su muerte coletearon algunos espacios como Crónicas Marcianas, que aunque instalado en el late night, mostraba a tres chicas que bailaban provocativas subidas en lo alto de una mesa o enredadas en una barra de metal. Pero aquello se extinguió definitivamente en 2005 y no ha vuelto a resucitar, salvo en contadas ocasiones.
Striscia la notizia
Cinzia Venturoli, docente de la Universidad Alma Mater de Bolonia e investigadora de numerosos proyectos sobre la mujer, asegura que “estas muchachas echan por tierra los derechos y la dignidad que persiguieron años atrás, las mujeres italianas por afirmar sus derechos”. Y remarca que estos actos sólo arriesgan y desprecian la figura de la mujer.
Mientras tanto, los focos de la televisión italiana alumbran a estas estrellas de luz artificial que cuando acaba el espectáculo no sólo recogen la desnudez de su cuerpo, sino también la de su dignidad.
Rubén
Se nota, se siente...
| Etiquetas: Bolonia, comida, España | Posted On 5 de abril de 2010
Llevamos 6 meses en Bolonia y podemos afirmar que pocas veces hemos echado de menos nuestro país. Vale, es cierto que el jamón y todo lo que tenga que ver con la comida española aquí no lo encontramos, y que en más de una ocasión nos han dado ganas de coger un avión y plantarnos allí para la paella del domingo. Pero lo cierto es que nuestro país está muy presente en la vida boloñesa, y no precisamente porque el 60% de los Erasmus en Bolonia sean españoles.
Los primeros días en Italia los dedicamos a encontrarles acomodo a todos los bártulos que trajimos desde Alicante. Nosotros, como todo Erasmus, también nos echamos un par de banderas al bolsillo para colgarlas en algún sitio. En Italia es fácil ver banderas nacionales expuestas en los balcones durante todo el año, y no sólo para los eventos deportivos como ocurre en España. Nuestras vecinas de arriba tienen colgada en el balcón la bandera sarda y los de enfrente, la italiana con la inscripción “Arezzo” (una ciudad de la Toscana). Así que nosotros, ni cortos ni perezosos, colocamos la nuestra en el balcón. (En el álbum Picasa están las fotos).
Punto nº 2: La comida
¿Quién nos iba a decir que los tomates que le echamos a las ensaladas o esos ajos que nos dejan un olor casi permanente en los dedos, provenían de ¡Murcia! Los pimientos, el atún, las aceitunas… Todo producto “made in Spain”.
Los comercios boloñeses saben que por las arterias de la ciudad fluye sangre española. Por eso, muchos exhiben en la entrada el cartel: “Se habla español”. Paseando una tarde por el centro histórico, nos fijamos en el escaparate de una de las tantas librerías que están repartidas por el casco urbano. ¡Pero si es Letizia! ¡La princesa! No, no estaba comprando un libro sino que aparecía en un libro. ¿Recordáis esa “escandalosa” portada de Letizia con Carla Bruni que tanto revuelo causó en nuestro país? Pues aquí en Italia ha dado hasta para escribir un libro. (Fimmini de Pietrangelo Buttafuoco, por si a alguien le interesa).
Pero no sólo en libros encontramos damas cañís, pues nuestra Penélope también se cuela en los cines de la pequeña Bolonia. En noviembre se estrenaba en Italia “Los abrazos rotos”, -cuando los españoles la vimos en marzo del año pasado y en agosto ya la teníamos en dvd. //Hay que añadir que por aquí todavía no hemos visto “Ágora”, y un servidor la espera muy impaciente//.